La gran provocadora, con nuevo disco



ESPECTÁCULO - Hija de pastores evangélicos, la cantante estadounidense logró con letras osadas y carisma ser suceso de ventas.

Besé a una chica”, se jactaba en su primer álbum, ambiguamente titulado One of the boys (Uno de los chicos). Vendió casi 16 millones de copias en el mundo y brillo con fulgor de Discto de Diamante. Ahí también disparaba contra su ex novio: “Sos tan gay”, le reprochaba por el look emo de su amor malogrado. Para la conservadora sociedad norteamericana, se trata de apenas dos -entre muchos más que se sucedieron desde entonces- manifiestos provocadores. Mucho más viniendo de la hija de dos pastores evangélicos. Katy Perry sacó entonces (junio de 2008) pasaporte de transgresora.

Ahora está de regreso con un nuevo álbum, Teenage Dream (sueño adolescente) y se jacta de haber conseguido un nuevo novio. Esta vez, el muchacho es de identidad sexual sadomasoquista, el comediante y conductor radial británico Russell Brand.

Lo conoció en una entrega de premios MTV. Ella le tiró una botella de agua en la cabeza y él la invitó a compartir sus sábanas. La buena de Katy sólo aceptó ir a cenar... Parece que años de cancionero religioso en el coro de la iglesia paterna al final dejaron su marca.

Pero Russell insistió y apenas semanas después estaban juntos en Tailandia compartiendo unas alocadas vacaciones con tufillo a luna de miel. La cantante volvió y admitió estar enamorada. ¿La prensa? Sorprendida porque había logrado “domar” a un amante del sexo duro como su comediante inglés.

“Cuando llegan a los 20 o a los 30 años, mucha gente recuerda cómo era ser adolescentes... Eso de poner todo o nada en una relación y, por lo general, salir lastimados. Y muchos se relacionan así pese al dolor”, reflexiona una Katy que empieza a madurar. Pero que sigue nutriéndose de ese “sueño adolescente” para seducir a sus fans.

Pero vuelve sensibilizar a las morales recatadas cuando, desde el segundo corte de este nuevo álbum, “La Noche del Ultimo Viernes”, le pone ritmo y sentimiento a una noche de borrachera: “Hay un desconocido en mi cama/Y un martilleo en mi cabeza”. “Nunca se enterarán lo obsena que puedo llegar a ser”, afirma con sonrisa pícara.

Pero cargar las tintas sobre Katy sería injusto. ¿La sociedad? ¡No! sus propios padres.

Es que los progenitores de la estrella pop, antes de abrazar la fe, vivieron los 60 del flower power con la intensidad que trasmite la nena. Mamá Mary tuvo una breve relación con el genial Jimmy Hendrix. Papá Keith, por su parte, dicen que se inyectaba LSD y merodeó a Timothy Leary, el padre de la lisergia psicodélica. Y encima, la pobre Katy es la hermana del medio..

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